Sigues ahí dentro, y es como vivir al lado del mar y tener su sonido constante a tu lado: a veces casi ni lo notas, otras te acuna a la hora de dormir, te hace flotar y te transporta a otros ratos y otros soles. Algunas veces se enfada y el rugido es ensordecedor, no te permite oir ni ver ni sentir nada más.
Hoy el mar está enfurecido.
jueves, 25 de junio de 2009
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