El vehículo circula tan lento que si fuera un poco más despacio en realidad retrocedería. En cambio avanza irremediablemente hacia la muralla. Es imposible bajar y sabes que a costa de mucho esfuerzo podrías frenar un poquito pero nunca pararlo.
Ahora no eres capaz de decidir: acelerar y llegar a la muralla cuanto antes o esperar ese tiempo infinito mientras disfrutas del viaje.
miércoles, 29 de julio de 2009
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Si no eres capaz de decidir, ya estás esperando ese tiempo infinito... también es una elección no elegir, era lo que Sartre llamaba "la maldita libertad". :)
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